Pues sí, qué bonito es el balonmano. Te da momentos de auténtica euforia y alegría, y otros de asco profundo, como ahora. Hoy Sábado a las 8 am me he levantado para ir al partido de los cadetes y resulta que cuando miro internet me doy cuenta que el partido es una hora más tarde. Así que tendré que ir de todas formas pero no tengo nada que hacer.
Es la vida del deportista. Después de este fatídico partido tengo otros dos... uno, por suerte, es mío (juego yo) y es el último. La despedida. Me voy. Terminamos la liga con el nenuco Academia Civil y el año que viene ya no podré militar en sus filas. Quizá lo haga en algún otro equipo de mi nuevo país nórdico. Tampoco hace falta llorar. No es para tanto. Otros tantos han dejado el balonmano y nada ha ocurrido aparte de una bonita barriguita. Además, volveré.
Hablando hablando hablaré. Ayer volví a visualizar (como diría nuestro amigo mecánicamente anaranjado) una película de esas que me habían dejado muy buen sabor en su día, días de VHS (gracias Mitxi). Ocurre en ocasiones que tras ver una película te emocionas sobremanera, o simplemente te encanta o te parece lo más, y cuando la vuelves a ver quedas con la boca abierta pero de lo mala que es. Sé que el ejemplo no es justo, pero no hay más que ver Terminator 2 y lo eran unos efectos de la recaña se concierten en risas. Pues a lo que iba. La película que volví a visualizar fue
La Princesa Mononoke, y lo he hecho tras haber tragado gran parte de la filmografía de Hazao Miyazaqui (desde
Mi vecino Totoro,
La guerra de los mapaches,
Nicky la aprendiz de bruja y por supuesto
El Viaje de Chihiro a
El castillo ambulante) ¿Qué tiene de especial? Pues a mi juicio
la Princesa Mononoke es la película más serena y distinta de cuantas ha realizado este director. Me explico. EL ritmo de la película es más pausado, más tranquilo, se toma su tiempo en sus planos, cosa que no hace en las demás, o al menos tan descaradamente. Es una película relajada. Y, más importante, es la única película del director que tiene mensaje explícito. No deja de ser una alegoría de las relaciones del hombre con la naturaleza. Las otras películas, ya sea por su tinte infantil o por su descarada imaginación, parecen alejarse de la realidad para simplemente (¿acabo de decir simplemente?) crear un mundo fantástico. Puede que alguien me diga que ese matiz de
la Princesa existe en las otras películas pero que yo no he sido capaz de verlo, y puede que tenga razón. En ese caso que lo exponga.
Parece que mi tiempo expira, como en los videojuegos.
Saludos.