martes, 8 de junio de 2010

El funcionario y la lógica informal.

Estos funcionarios son unos hijos de puta. Los veo por la tele, al lado de los sindicalistas, y me dan nauseas. - Míralos ahí, con sus politos de marca y sus zapatitos abrillantados por algún digno currante-. Voy a vomitar.

Estos funcionarios, tocados por la mano de algún Dios dorado, que tienen su puestito de trabajo asegurado, en el que no hacen nada, quejándose. No puedo evitar recordar la vez que me acerqué a ellos y, faltándome la foto, me hicieron dar la vuelta rumbo a casa.

Estos funcionarios, gordos de no hacer nada, no son capaces de seguir el ritmo de la marcha. Por no poder, no pueden ni cantar las proclamas. Es una vergüenza. Cómo se atreven a quejarse por unos euros que quitamos a su extensa nómina. Esa nómina que les permite tener “su piscina privada y un salón de té”, como dice la canción, que no se refiere a una furcia, sino a una furcia funcionaria.



Estos funcionarios, que no se les enrojece la cara cuando se cogen “bajas por depresión”, cuando sería más bien “bajas por cojón”, concretamente cojón rojo de tanto rascárselo. Y ahí están. Indignados porque les quitan parte de su suculento sueldo.

Estos funcionarios, reconocidos mundialmente como los mejores jugadores online del mundo, sólo superados por los suecos, que son todavía más vagos que ellos, se quejan de un jornal que, ¡por Dios! cuántos Gates soñarían poseer.

Estos funcionarios… joder, que son unos hijos de puta insolidarios. Con la cantidad de honrados trabajadores parados, mineros silicosos o cancerosos, y niños malnutridos que hay, ¿cómo se atreven a levantar la cabeza del suelo?

Es más, yo, que pretendo y quiero entrar en el demoníaco grupo funcionariado, ya dudo. Es bochornoso pertenecer esa clase. Antes prefiero ser un soviético. ¡Dios salve al Gran Hermano si evito caer en tal indignidad!

Voy a pensármelo un poco, llamémoslo deformación profesional.

Yo, asturiano, tras 5 años de carrera y alguno más de postgrados, me veo opositando en una comunidad que no es la mía y jugándome “la vida” a un solo examen que, verbigracia divina, no resulta mal y… me encuentro esperando dos años a que me llamen.

Yo, asturiano, me veo en un pueblo lejano, muy lejano, sin poder volver a casa el fin de semana, empezando de cero.

Yo, asturiano, me veo delante de niños y no tan niños, delante de futuros delincuentes que su mayor interés es joderme la clase y delante de futuros universitarios que esperan adquirir más que el suficiente conocimiento porque lo van a necesitar, y cualquier fallo repercutirá en su marcha.

Yo, asturiano, me veo haciendo, de nuevo, una oposición, esta vez no tan lejos, aunque lejos, y a un tiempo vista muy lejano de volver a mi casa.

Yo, asturiano, no he gastado 5 años en la universidad, he gastado 9 en hacer este examen, único examen. Y que sea lo que Dios quiera.

Yo, asturiano, veo que el sistema no me va a permitir, de nuevo, lograr la plaza, y así quedaré, de nuevo, durante un par de años, danzando sin saber dónde caeré muerto.

Yo, asturiano, veo que mi sueldo es bueno, y cuando digo bueno digo que no pasaré apuros, y digo también que no me librará de la hipoteca de un piso mediocre, y eso será el día que logre volver a mi casa.

Y visto todo esto, ¿alguien se atreve a decirme que, por ser funcionario, que no lo soy, que me joda y que es de derecho que me quiten parte del sueldo? ¿Y alguien me va a mirar y decirme que tengo trabajo asegurado, sueldo asegurado y que la vida es injusta al darme tanto asegurado? Y, aun más, ¿alguien me dirá que soy insolidario por enfadarme y patalear cuando me quitan sueldo?

¡Qué coño! Todo esto me suena. Me apuro en recoger mis apuntes de lógica informal, que es preciosa. Ese estudio de retórica que Aristóteles bien comenzó y que a día de hoy está, por lo visto, más que vigente. Y leo:

a.- Argumentum ad baculum: dícese del argumento que persuade por la fuerza.
Esto es: que te bajo el sueldo y te jodes, que para eso tengo yo el poder y la fuerza. - ¿Por qué?- -Porque lo digo yo, que aquí estoy. Eso sí, te lo digo con una sonrisa que resalta mi talante-.

b.- Argumentum ad hominem: dícese de aquel que acude a la descalificación o deslegitimación.
Cuando enseño este argumento suelo mostrar escenas del parlamento, cuando dicen eso de – y tú mucho más-. Pero ahora veo algo más hermoso en la calle: - pero tú, que tienes sueldo asegurado, ¿cómo te atreves?- o ese más directo – funcionarios, que no hacen nada, protestando- o el gracioso – hoy los funcionarios no trabajan, algunos por la huelga- es bonita también la modalidad “comentario con sorna” – ahora tendrán que dejar de salir a cenar un día- pues menudas cenas que se pega el personal de 160€.
Es decir, todo lo que argumente un funcionario, a partir de ahora, pierde legitimación pues es un vago hijo de puta que vive del sueldo de los demás. Y es que de todo se aprende, incluso de lo peor que podemos encontrar en los medios.

c.- Argumentum ad verecundiam: dícese de aquel argumento que acude a la autoridad.
Me encanta ver a los socialistas invocando, ahora, a Merkel y a Sarkozy. –Mira al resto, en Alemania van a echarlos, no a bajarles el sueldo, qué suerte tienes- Oh, sí, es cierto, además de no hacer nada tengo al suerte de que no me echen. Gracias ZP. ¿Podría añadir algo? Casi que el 5% (que a los profesores es el 7%) es poco. Súbelo al 15% y haznos una grieta donde tú sabes. Prometemos no levantar la cabeza nunca pues somos indignos. Y si nombramos a Merkel o a Sarko ya…

d.- Argumentum ad ignorantiam: dícese de algo que es verdad porque no ha sido falsado.
Los funcionarios son unos vagos que cobran mucho y no hacen nada. Y así será hasta que baje Dios y me diga lo contrario. Hijos de puta.

e.- Argumentum ex populo: es cierto porque la mayoría dice que así lo es.
Y como la mayoría quieren ser funcionarios, y la mayoría quiere rascarse los cojones el resto de su vida, ergo los funcionarios quieren rascarse los cojones el resto de su vida. Y me ha salido un Modus Ponens. Y así lo dice mucha gente, que lo escuché en el bar.

f.- Falacia del accidente: generalización desde el particular. Llamado también “demagogia”.
Y es el más dañino, porque cuando alguien dice funcionario, no olvidemos, nos referimos a abogados, médicos, conductores, bomberos, policías, profesores, enfermeros… Y, obvia decir esto, que uno falle, no quiere decir que todos fallen. Igual que el hecho de que alguien diga gilipolleces sobre los funcionarios no quiere decir que todos piensen gilipolleces sobre los funcionarios.


Y nunca olvidemos que las personas no quieren ser funcionarios, sino que quieren ser médicos, profesores, bomberos, etc. Y se preparan por y para ello. Y trabajan, y mucho. Y, además, a muchos de ellos les gusta. Y yo no me avergüenzo de ello. Ni bajaré mi cabeza, ni asumiré que las torpezas de un dirigente terminen afectando a mi cartera.

Y si a alguien le parece mal que pataleemos, que sepa que no somos entes tocados por la mano de Dios, ni tenemos piscinas en nuestros áticos adiamantados.

Y si hay parados nos solidarizaremos con ellos.

Y cuando haya una huelga de parados, que no existe, allí estaremos.

Y cuando haya una huelga general, allí estaremos.

Y cuando alguien nos vea haciendo "nuestra huelga”, que recuerde que nosotros no tenemos la culpa de las torpezas de nadie, que no hemos hecho mal a nadie, todo lo contrario. Que recuerde que nos ganamos nuestro jornal dignamente y, por tanto, tenemos derecho a defenderlo.

Y cuando alguien no llame insolidarios, que recoja esas palabras, las ponga sobre su mano y las mire, y que mire cuán solidario ha sido al dejarlas escapar.


Yo hoy estoy de huelga.