viernes, 27 de mayo de 2005

Ixión.

Ixión, hijo de Flegias, el rey de lapita, acordó casarse con Día, hija de Deyoneo. Después de invitar a Deyoneo a un banquete, preparó una trampa delante del palacio, bajo la cual ardía un gran fuego de carbón en el que el confiado Deyoneo cayó y se quemó. Zeus, que solía portarse tan mal como él cuando estaba enamorado, no sólo purificó a Ixión, sino que le invitó a comer a su mesa.

Ixión era un desagradecido, y planeó seducir a Hera, pero Zeus, adivinando sus intenciones, formó con una nube una falsa Hera con la que Ixión, demasiado ebrio para darse cuenta del engaño, gozó debidamente. Fue sorprendido en flagrante por Zeus, quien ordenó a Hermes que lo azotara despiadadamente y lo atara luego a una rueda de fuego que daba vueltas sin cesar por los cielos.

La falsa Hera le dio a Ixión un niño inútil llamado Centauro, de quien se dice, cuando llegó a la edad viril, engendró centauros equinos en yeguas magnesias de los cuales el más célebre fue el sabio Quirón.

Robert Graves
Los Mitos Griegos

1 comentario:

  1. "Una gran sensibilidad receptiva para sufrir el síndrome de Stendhal"

    Gran sensibilidad receptiva, avidez, hambre de contemplar la belleza artística y predisposición anímica son las principales características que tienen que coincidir en una persona para que padezca el denominado síndrome de Stendhal, que se puede definir como "la situación anímica que se produce al observar obras de belleza impresionante, fundamentalmente en un corto espacio de tiempo y acumuladas en una ciudad", ha explicado Jesús Martínez-Falero, patólogo digestivo, en su discurso de ingreso en la Real Academia Conquense de las Artes y las Letras sobre El arte, el artista creador y su mundo.

    Martínez-Falero, que se jacta de ser el único médico que pertenece a la citada academia, destaca que "todos nos beneficiamos con el regalo que supone para el espíritu contemplar una obra de arte o escuchar una sinfonía que podemos aplicar como terapéutica consoladora en las horas tristes". Martínez-Falero, miembro también de otras tantas academias, se pregunta qué le puede ocurrir al espectador que contempla el arte.

    Ciudades artísticas

    Para ello, cita el síndrome de Stendhal, que lleva el nombre del escritor francés de finales del XVIII y principios del XIX. Stendhal ya describió este síndrome en su libro de viajes Roma, Nápoles y Florencia, publicado en 1917. "Los expertos que lo han estudiado después -afirma- coinciden en que se produce en personas que contemplan la extraordinaria belleza artística, acumulada en una ciudad en poco tiempo y ávidas del arte".

    Suelen ser turistas de mediana edad, en mayor proporción mujeres, que viajan solas, procedentes de ciudades tranquilas, de vida ordenada, monótona y sin grandes estímulos artísticos, que "después de visitas sucesivas a bellos recintos arquitectónicos, repletos de pinturas y esculturas, son víctimas de un estado de ánimo que se manifiesta en un cuadro clínico con variantes en cada caso, pero que generalmente se presenta con angustia, confusión, excitación, temblor, palpitaciones en el corazón, sudoración, zumbido de oído; todo de aparición súbita y con un evidente sustrato vegetativo".

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